miércoles, 25 de abril de 2012

PIEL DE GALLINA.


Salir de un ambiente donde estuvimos por un tiempo para trasladarse a otro siempre es estimulante. Cambia el aire, la luz de la habitación, el olor, el entorno, lo que vemos a nuestro alrededor y lo que no vemos mas. Si uno está atento, puede hasta percibir pequeños detalles que son esenciales para identificar el nuevo entorno, notando el estado de sus paredes, la presencia de humedad, telas de araña, el estado de los muebles, incluso se puede conjeturar sobre el tráfico que posee la habitación y el uso que se le da. Todos estos detalles son datos que percibimos de forma lógica y que nos dan información con la cual poder evaluar y sacar conclusiones. Razonables conclusiones.

Pero hay otros indicadores que nos ofrecen también diferentes datos sobre ese ambiente y que son algo mas difíciles de cuantificar o catalogar, con los cuales no es posible realizar comparaciones o mediciones lógicas, pero que son algo mas que relevantes a la hora de tomar decisiones. 

La incomodidad o rechazo sobre una situación nueva muy pocas veces es posible de explicar de forma lógica y a través de hechos puntuales. Simplemente se siente, uno sabe que algo está mal. No puede dar una explicación racional pero cada segundo que pasa aumenta el malestar y en un punto se torna insoportable. Es allí cuando el cuerpo toma el control de la situación, activa un sistema de defensa natural y provoca una serie de alteraciones para indicarle a nuestro cerebro (que aún esta tratando de unir cabos), que aquí algo esta mal. Se nos eriza el pelo, nos dan escalofríos involuntarios, tocemos, estornudamos. Estamos repletos de sensores de éste tipo, que funcionan sin que nos enteremos y sin que los podamos controlar o desactivar, y justamente ésa es su mejor virtud. No dependen de nuestro razonamiento lógico sobre las situaciones , sino que se guían por conectores o medidores naturales, mucho mas sofisticados e incomprensibles para nuestra limitada lógica. Escucharlos es un desafío para nuestra inteligencia, y rara vez fallan en un pronóstico. 

Mantener activos estos sensores, junto con nuestra imaginación o nuestros deseos, darle la importancia que se merecen a nuestros sueños y corazonadas, escuchar las alertas que nos envían nuestros sensores naturales es un desafío que cada vez relegamos a un espacio menor y mas desprestigiado. En contra de nuestro propio funcionamiento natural reemplazamos un abrazo de un ser querido (fuente de energía capaz de recargarnos para un día competo de actividades) por un antigripal comprimido.
Te proponemos que te reencuentres con tu parte más inteligente. Para restablecer el orden de prioridades y lograr estar mas atentos a nuestro entorno. Querés? 


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